El 50 aniversario del Centro Freinet Prometeo

Video "Reconocidos en una identidad..."
 
Las palabras de Hortensia Fernández 

Exalumnas y exalumnos del Prome

 

 

El Prometeo

Aurelio Fernández Fuentes

El 2 de septiembre del año de 1972 se llevó a cabo la primera clase del Centro Freinet Prometeo, Escuela para la Vida se le pondría más adelante. Este 50 aniversario es de celebrarse por muchos motivos. La sociedad toda lo debe festejar porque esta escuela ha sido y es un ejemplo pedagógico y social que merece la pena exaltar para que pueda ser un abrevadero de inspiración, un ejemplo. La inmensa mayoría de los alumnos y maestros que han transcurrido por sus patios y sus aulas, por sus excursiones y prácticas de campo, por sus experiencias como la de la alfabetización, no pueden escapar al reconocimiento, el agradecimiento y la alegría que les dejó ser parte de la colectividad prometeica. 

Este Perfil de La Jornada de Oriente da cabida a colaboraciones de varios de los profesores que formaron y forman parte de esta escuela, así como a una crónica de la fiesta celebrada el pasado viernes 2 de diciembre, hecha por nuestra compañera Paola Carrizosa. Contribuimos así a rendir homenaje a un ejemplo de creatividad, congruencia y perseverancia de un equipo encabezado por Hortensia Fernández, integrado por una multitud de docentes y trabaja-dores que no quiero enlistar para no omitir a nadie, encabezado hoy por Ireri Figueroa. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar a quienes no pudieron llegar a este puerto de los 50 años del Prometeo, pero que están presentes en todos los ámbitos de la vida cotidiana: Alfredo Figueroa Ayala, Violeta Fernández Saavedra, Aurelio Fernández Sánchez, Abelardo Fernández Saavedra, Isabel Fuentes Sánchez, la Memé, pero sobre todo, y perdonen mi señalamiento especial, por la ausencia de Maribel, María Isabel Fernández Fuentes, que en estos momentos debería estar festejando como todas y todos los muchos logros y alegrías de esta escuela maravillosa.
 
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Hortensia Fernández e Ireri Figueroa

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Reconocidos en una identidad, presentes y ausentes celebran 50 años del Prometeo

Paula Carrizosa
 
En los 50 años del Centro Freinet Prometeo estuvieron todos: presentes y ausentes. En su festejo por el aniversario el espacio educativo se volvió el centro de reunión y celebración de maestros, papás y sobre todo alumnos que pasan y han pasado por  sus aulas y que se reconocen en una identidad: aquella que gira en torno a construir saberes en comunidad y saber que estos pueden ayudar al cambio.

Con la “ausencia de los que ya no están y cuya presencia permanece”, como María Isabel Fernández Fuentes, mejor conocida como Maribel, fallecida en junio de este año, y Alfredo Figueroa Ayala, la fiesta no fue de nostalgias, sino de gusto y emoción por verse y encontrarse. La noche del viernes 2 de diciembre, reunidos en la sede de Valsequillo que desde hace años es la casa del llamado “Prome”, la pista de baile se abrió y desde las mesas se repartieron, a gusto y con vastedad, las decenas de platillos que los convocados llevaron para compartir entre los suyos.

“Al verlos me pregunto qué es lo que nos ha dado o dado el Prometeo, o cómo ha podido construir esta identidad que nos une siendo tan diversos”, señaló su directora Hortensia Fernández Fuentes, visiblemente conmovida y alegre desde la pista donde minutos antes los alumnos –desde los más pequeñitos de preescolar hasta los avispados adolescentes– habían coreado La protesta y La muralla.
Continuó que más que contestar aquellas preguntas, lo importante era “precisar la razón y el futuro de nuestra existencia y de cómo esto ha permeado nuestro trabajo hacia adentro y hacia afuera”. Lo anterior, dijo reflexiva, porque la labor del Prometeo a lo largo de este medio siglo ha sido el situarse y saberse parte de un contexto, “de un país desigual, con cada vez más necesidades de cambio educativo, aunque parezca una paradoja”.

Acompañada por extrabajadores del centro, así como profesores actuales amigos cercanos y familiares –como sus hermanos Mirta y Aurelio, y su hija Ireri–, Hortensia Fernández confió que lo que los hacía reunirse era esa identidad que “se ha convertido para muchos en la razón y sentido de su existencia, o se ha convertido en la conciencia del trabajo cooperativo”. Lo anterior, dijo, porque están convencidos de que dicha identidad “tiene que servir para que ese cambio se logre en nosotros y en también en otros”.

“Nunca hemos sido una escuela de grandes protagonismos, ni de espectaculares, ni de carteles; están aquí quienes quieren estar y quienes nos conocen ha sido a través de nuestro trabajo en las aulas y de todo el trabajo de todos ustedes”, refirió la egresada de la Universidad Autónoma de Puebla que se inclinó, en su último año de Psicología, hacia las materias pedagógicas y psicopedagógicas, especializándose en las áreas educativa y del desarrollo.

Recordó que fundar esta pequeña semilla que ha sido el Prometeo, ha significado fundar una experiencia a través de la acción pedagógica a la par de tratar de aprender siempre construyendo los saberes en comunidad.

De paso, reconoció que este proyecto de educación libre y de aprendizaje cooperativo basado en los principios pedagógicos y filosóficos de la escuela moderna, sobre todo en lo postulado por Celestin Freinet (Francia, 1896-1966), ha sido desde el principio un espacio impulsor de la cultura, sobre todo de aquella que no estaba presente en los medios habituales: los conciertos con Amparo Ochoa, las obras de teatro montadas con reconocidas agrupaciones, la serie de libros presentados por distintos escritores y escritoras, y otras tantas acciones.

“Nuestra mayor emoción surge de constatar y encontrar que dentro de las mejores causas siempre hay alguien del ‘Prome’ dando la batalla. Tengo que decir gracias por eso, por estar aquí celebrando la vida y el trabajo de los que estamos y los que ya no están, que están en esencia”, expuso Fernández Fuentes animada por los aplausos.
Ya en entrevista, informó que la ilusión es que el proyecto, su espíritu cooperativo y su equipo de trabajo que los sostiene, continúe renovándose, recuperando su propia historia, logrando lo que no se ha podido lograr, sin perder la esencia que es algo que es fundamental y gratificante.

Tras una pausa para tomar aliento, la coordinadora general del Prometeo mencionó que fue difícil decidir hacer la fiesta por el 50 aniversario, sobre todo por la ausencia reciente de Maribel, a quien consideró una estratega que tenía mucha visión en el sentido práctico. “Personalmente es una doble ausencia, en casa y en la escuela, pienso que ella dejó mensajes claros además de que estaba orgullosa por lo logrado, como el señalar autocríticamente las cosas y los retos de la realidad”.
 
El Prometeo, escuelade conversaciones El escritor Juan Sebastián Gatti, quien llegó hace 36 años como estudiante de Letras para suplir a una compañera prometiéndose que sería “cualquier cosa menos maestro”, consideró que el Prometeo es un lugar donde los niños pueden compartir, aprender, leer y descubrir.
Es una escuela, continuó, en donde más que clases hay conversaciones, en donde la dirección apoya en los proyectos en lugar de poner zancadillas, y en lugar de decir que eso no se puede hacer, da oportunidad a probar, lo que es un privilegio.

“Aparte de lo que yo aprendí aquí en pedagogía Freire, lo más importante que aprendí es que los niños y las niñas pueden estar absolutamente encantados de leer, de hablar, de investigar, de reflexionar, cuando les das la posibilidad de hacerlo. “Para mí, mi trabajo siempre ha sido una sinecura, no algo que me cueste
mucho, una vez que aprendí que lo único que hacía falta era darles la oportunidad de hacer las cosas, lo cual me parece lógico: leer es una actividad maravillosa que se vuelve terrible cuando la escuela lo convierte en un trabajo horrendo”, mencionó el autor de libros como El acto furtivo: un diario de viaje y Los días contados.

“50 años de nacida y destilar juventud” “Nueva estrofas, nuevos versos, una idea necesaria porque la aventura diaria en la que estamos inmersos agradece los refuerzos y la conciencia construidaque nos hace festejar y al Prometeo celebrar 50 años de nacida. 50 años de nacida y destilar juventud, hay un mar de gratitud que la tiene protegida, la escuela para la vida confiere seguridad, un halo de humanidad otros ojos para ver, tener razón, escoger, entender la realidad”.

Esa frase, en realidad un poema escrito por el cantautor Guillermo Briseño, abraza el cartel conmemorativo de los 50 años del Centro Freinet Prometeo, diseño que cerró una pequeña pero sensible exposición sobre la vida de este espacio gestado en 1972, año que comenzó su labor con un puñado de niños y niñas, papás y mamás que buscaban un ámbito escolar diferente y hallaron en el Prometeo una educación libertaria. En dicha exposición pudo verse el crecimiento de este proyecto educativo: frases escritas por los pequeños en los que plasmaron su agradecimiento al “Prome”, que ven como sinónimo de aprendizaje y al mismo tiempo diversión, así como las consignas “una escuela donde ser feliz; otra escuela es posible; escuela para la vida”, que han delineado su quehacer. 
 

 
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