Una mentalidad de constructores

Texto de Celestin Freinet 

Yo me he quedado en contructor. Al orden demasiado civilizado de las tierras con los cultivos alineados y definitivos, yo prefiero los lugares de trabajo que transforman y animan los rincones incultivados, las plantaciones que vemos crecer, audaces y extensivas como una banda de niños y niñas en el bosque. A las construcciones confortables y metódicas , prefiero el abrigo que construyo por mi mismo, desde las raíces al techo y que modelo según mis gustos y necesidades, como esas viejas costumbres de las que no podemos separar porque están integradas en nuestros gestos y en nuestra vida. Yo soy constructor. Como todo el mundo: como el niño o la niña que construye una valla o una cabaña, como el albañil que silba en su andamio, como el alfarero que crea formas y el mecánico que da vida a su mecánica. Un terreno en el que no se construye es un terreno que muere. 

Constructores, constructoras
 La persona que ya no construye es una persona que la vida ha vencido y que sólo aspira a llegar al final contemplando el pasado difunto. Preparen a las generaciones de constructores que excavarán el suelo, subirán los andamios, lanzarán de nuevo hacia el cielo las valientes flechas de su ingenio, escrutarán el universo siempre orgulloso de su misterio. Equipen a sus clases con instrumentos de constructores, con levantadores de andamios, con ingenieros y con sondeadores de misterios. Aunque su escuela tenga que ser eternamente un lugar de trabajo, porque no hay nada tan exaltante como una cantera. Ya sé, los constructores están siempre en el suelo y se les acusará de desorden y de impotencia porque no tendrán con frecuencia la satisfacción de colgar el ramillete simbólico de la cima de su construcción. 

Las paredes no están blanqueadas, las ventanas aún no están cerradas y los tabiques de los pisos quizás aún están por levantar. Pero otros después de ustedes –y los mismos interesados- continuarán la obra si ustedes saben mantener en ellos la mentalidad de constructores invencibles. No hay nada tan exaltante como un lugar de trabajo, sobre todo cuando en él se construyen personas. Los constructores, las constructoras, nos comprenderán y nos ayudarán.